¿Qué cambió exactamente cuando nació de nuevo? Puede ser que usted vea el mismo reflejo en el espejo, que siga actuando igual o cediendo a las mismas viejas tentaciones. Quizá se pregunta si realmente ha cambiado. La buena nueva es que sí cambió.
Recuerdo cuando yo batallaba para entender esto. Pero lo que más revolucionó mi vida fue esta revelación, que titulé, Espíritu, alma y cuerpo.
¿Sabía que todo creyente nacido de nuevo ha experimentado una transformación interior total? Veamos esta cita bíblica:
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo.
2 Corintios 5:17-18
No dice que todas las cosas se están volviendo nuevas o tienen el potencial de volverse nuevas: son hechas nuevas en el momento en que nacemos de nuevo.
¿Qué parte de nosotros hizo Dios nueva? Obviamente no es nuestro cuerpo; seguimos teniendo la misma figura que antes. Obviamente no es nuestra mente; seguimos pensando igual y tenemos las mismas emociones. Son nuestros espíritus. Algunas personas no se dan cuenta de esto, pero todos estamos hechos de tres partes, así como Dios está hecho de tres partes: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y estamos hechos a Su imagen.
Primera de Tesalonicenses 5:23 lo deja claro:
Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro se; espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
Una vez que comprendí que la nueva parte de mi ser no era mi cuerpo ni mi alma (la mente, la voluntad, las emociones y la conciencia), supe que tenía que ser mi espíritu. La Palabra de Dios lo confirma de nuevo en 1 Corintios 6:17, que afirma que “el que se une al Señor un espíritu es con él”. La experiencia de nacer de nuevo crea una unión espiritual, y nuestros espíritus se hacen uno con el de Dios. Aunque el nuevo nacimiento está completo en el espíritu, puede tardar en manifestarse en el cuerpo y el alma por medio del proceso de la renovación de la mente (Ro. 12:2). Por eso debemos relacionarnos con Dios por medio de nuestros espíritus, y no por medio de nuestros cuerpos o almas.
La realidad espiritual no se siente. La Palabra de Dios declara que usted tiene el mismo poder viviendo dentro de usted que levantó a Jesús de entre los muertos (Ef. 1:19-20). Si usted piensa que la verdad solo puede ser discernida por medio de sus sentidos naturales, se desconcertará cuando la Biblia diga que usted es una criatura completamente nueva que puede hacer las mismas obras que Jesús hizo, y aún más (2 Co. 5:17 y Jn. 14:12).
La Palabra de Dios revela la realidad espiritual. Si quiere saber cómo es su espíritu, debe averiguarlo en la Palabra en vez de confiar en las emociones. La Palabra de Dios es espíritu y vida. A mí me liberó darme cuenta de que Dios ya me había dado todo lo que necesitaba, y todo está contenido en mi espíritu. Todo lo que necesitaba hacer era liberarlo. Esa simple revelación lo cambia todo.
La vida cristiana es un proceso que consiste en renovar su mente y aprender a liberar lo que ya ha recibido. A menos que entienda que ya ha recibido en su espíritu renovado todo lo que alguna vez pudiera necesitar, siempre habrá lugar para la duda. Puede que usted sepa que las bendiciones de Dios son algo posible o que están prometidas en la Palabra, pero el problema es que siempre estará tratando de percibirlo en el ámbito mental, emocional o físico. Esa es una receta para el fracaso. Ese concepto erróneo también puede resultar en una relación con Dios basada en el comportamiento —donde usted se pregunta si es lo suficientemente bueno, si lee la Biblia lo suficiente, si da suficientes donativos, etc.— para motivar a Dios a que le dé lo que necesita.
Es un error pensar que tiene que hacerse digno para recibir los dones de Dios. ¡Usted ya es digno gracias al sacrificio de Jesús! De hecho, ya se le ha dado todo lo que necesita; pero usted debe comprender la relación entre el espíritu, el alma y el cuerpo. Este entendimiento es la llave para abrir las compuertas de la gracia de Dios, y es la base para comprender el resto de las Escrituras.
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Con todo nuestro aprecio,
Andrew y Jamie
